Como cuando, en la boda de mi cuñada, iba yo con el Saab 93 blanco que había sido el coche de los novios. De vuelta ya a Sevilla, nos para la
menemérita junto al puente del Alamillo. Me da el chirimbolo para soplar y el GC con cara de sorpresa
- (a su compañero) Trae otro aparato, que este está estropeado...
(...)
- Sople de nuevo, por favor.
Soplo y...
- ¿Otra vez 0.0? ¿Pero usted ha bebido?
- No
- Pero, viene usted de una boda ¿no?
- Pues sí, agente, pero no he bebido.
Aunque me dieron ganas de contestarle: "Joder, qué observador es usted. ¿Cómo sabe que venimos de una boda? ¿Quizás por los adornos en los laterales? ¿O porque es un coche blanco con ramos de flores? ¿O a lo mejor por los novios que van sentados detrás? Y luego dicen que el lince está en peligro de extinción... ¡pero si tenemos uno aquí mismo! ¡Qué intuición, es impresionante!"
Pero deduzco que me hubiese
empapelao, fijo
